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En el corazón de San Pedro Tlaquepaque, el Altar Monumental de Día de Muertos volvió a convertirse en punto de encuentro entre la tradición mexicana, el arte y la pasión deportiva, un homenaje que hace convivir la memoria de grandes figuras con la creatividad de artesanos locales y el fervor popular.
Entre flores de cempasúchil, caminos de sal y aserrín, copal, veladoras y música, miles de visitantes recorren las cinco calles intervenidas para esta celebración, donde se dispusieron alimentos, bebidas y objetos que en vida disfrutaron personajes del deporte y la cultura. El espacio, musicalizado y lleno de vida, guía metafóricamente el camino del regreso del Mictlán.
“Sirve para recordar a nuestros seres que ya no están con nosotros”, expresó un visitante, conmovido frente a una de las piezas dedicadas a ídolos mexicanos. “El altar de muertos es para recordar y para que no se nos olviden”, agregó otra asistente.
Entre papel picado multicolor, calaveras de barro, esculturas humanas y elementos tradicionales, la ofrenda rinde tributo a estrellas internacionales como Pelé, y a leyendas nacionales como la ‘Tota’ Carbajal, ‘Tigre’ Sepúlveda, el mítico ‘Tubo’ Gómez, así como el carismático ‘Pistache’ Torres, símbolos de disciplina, afición y orgullo deportivo.
“Me da mucho gusto que la ciudad ya está optimizada para este tipo de actividades, le da mucha vida en general”, celebró otro visitante al recorrer la instalación que se ha convertido en referencia cultural en la metrópoli.
La memoria artística también tiene su espacio: Diego Rivera, Frida Kahlo y Sor Juana Inés de la Cruz aparecen entre las figuras recordadas, reforzando la identidad cultural que distingue a este Pueblo Mágico.
Con humor y reflexión, una visitante añadió: “Voy a darle el recorrido a todo… a lo mejor el próximo año ya me toca a mí”, desatando sonrisas entre quienes la acompañaban.
Cada rincón cuenta una historia, cada flor y cada vela parece susurrar nombres. El resultado: un altar que celebra la vida, honra a quienes se adelantaron en el camino y mantiene viva la esencia mexicana. En Tlaquepaque, tradición y afición deportiva se funden para llenar de espíritu festivo el aire: un lugar donde la memoria y la esperanza conviven bajo la luz de las velas.
