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En plena temporada decembrina, cuando las posadas y celebraciones familiares colocan a las piñatas como símbolo indispensable de las tradiciones mexicanas, un grupo de chicos con trastorno del espectro autista (TEA) ha encontrado en su elaboración no solo una actividad terapéutica, sino también una oportunidad de emprendimiento.
En los talleres de la Asociación Civil Trascendiendo el Autismo, niñas, niños y jóvenes participan en la creación de piñatas bajo pedido, un proceso que les permite trabajar habilidades motrices, reforzar su atención y experimentar la satisfacción de cumplir un encargo personalizado.
José Evaristo Navarrete Vázquez, subdirector de la asociación, explicó que la elaboración de piñatas forma parte de un programa integral donde también se producen veladoras, macetas y jabones, actividades que ayudan a que cada participante otorgue un significado al aprendizaje adquirido.
“Le damos esta parte de poder sentirse competentes, realizando alguna actividad que pueden ver desde cero hasta el resultado final. Para ellos es súper reconfortante sentirse capaces”, señaló.
El taller también fortalece el manejo adecuado de herramientas e instrumentos que requieren precisión y cuidado, siempre bajo supervisión especializada. Cada chico es acompañado hasta dominar alguna técnica que le permita, eventualmente, elaborar una pieza por sí mismo.
La creatividad tampoco falta. Las piñatas pueden ser mariposas, estrellas navideñas, Santa Claus o prácticamente cualquier personaje que el cliente solicite. Todas son hechas a mano por los participantes del programa.
“Prácticamente podemos aplicar cualquier personaje en una de nuestras piñatas, hechas por manos de los chicos de Trascendiendo el Autismo”, añadió Navarrete.
Las personas interesadas en adquirir estas piñatas con causa pueden solicitarlas a través del sitio de la asociación o en sus redes sociales. Los pedidos son limitados debido a que se trabaja conforme a las habilidades y procesos de cada chico. El tiempo de entrega promedio es de una semana, aunque varía según el diseño y los materiales; el taller llega a producir más de seis piezas al mes.
Además de ser un producto artesanal con valor social, cada piñata representa un avance terapéutico y un paso hacia la inclusión laboral para quienes participan en este proyecto.
