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Para Folé Fonseca, el arte no es una elección, sino una forma de respirar. “El arte es todo; es mi alimento y mi oxígeno”, dice con serenidad el artista plástico, en entrevista para el programa Rúbrica, de Jalisco TV, donde repasa más de tres décadas de creación, oficio y vocación ineludible.
Originario de la Ciudad de México y radicado en Guadalajara desde 1985, Fonseca ha hecho de su vida una constante exploración del alma humana y sus formas de expresión. Su trayectoria, que suma 36 años, se ha nutrido de experiencias personales, influencias del surrealismo y una convicción profunda: el arte como necesidad vital.

Una vocación que encontró su cauce
Aunque estudió Comunicación y Periodismo, todos los caminos lo llevaron de vuelta al arte. Una experiencia cercana a la muerte lo impulsó a dedicarse por completo a su verdadera pasión. Desde entonces, su trabajo ha sido el reflejo de una búsqueda interior constante.
Su formación incluye estudios en Ciencias de la Comunicación y un periodo en Artes Plásticas en la Universidad de Guadalajara, además de aprendizajes con los maestros Ramiro Torreblanca y Jesús Mata Espinoa. Entre sus influencias menciona a Tamayo, Toledo, Picasso, Magritte, José Luis Cuevas, Leonora Carrington y Remedios Varo, nombres que, más que inspirarlo, le mostraron el poder de crear mundos paralelos.
El dibujo, el círculo y el erotismo
Fonseca prefiere no encasillarse en un estilo. Sin embargo, su obra revela una identidad inconfundible: el dibujo como base, el óleo y la cerámica como lenguajes predilectos, y la figura del círculo con una “X” cruzada como símbolo del tiempo y la divinidad. “Es un reloj de arena abstracto girando permanentemente”, explica.
En sus cuadros predominan los autorretratos emocionales, donde el erotismo emerge como fuerza expresiva. “El cuerpo es un lenguaje del alma”, dice, convencido de que el arte también debe ser un espacio para explorar los deseos y contradicciones humanas.
Del taller al mundo
En 1997, Fonseca obtuvo un premio del entonces CONACULTA que lo llevó a exponer en diez países. Años después se convirtió en el primer latinoamericano en residir en el Museo Heard de Arizona, experiencia que lo llevó a permanecer cinco años en Estados Unidos y a consolidar una visión global del arte.
Esa experiencia también le permitió entender la importancia de la profesionalización.
“El artista no puede vivir del aire, ni de los aplausos, ni de las críticas. Es importante que la obra se cotice, y si puedes caminar en el extranjero un buen tiempo, es mejor: allá se te abren oportunidades que aquí aún no tenemos”, reflexiona.
El oficio sobre la inspiración
Para Fonseca, el arte no depende de las musas, sino del trabajo constante. “Trabajo con el oficio”, afirma, reivindicando la disciplina como el verdadero motor creativo. En su visión, cada artista debe ser fiel a su tiempo y reflejar su “momento histórico personal”, un principio que guía cada una de sus piezas.
La entrevista de Rúbrica no solo revela al creador detrás del lienzo, sino al hombre que ha hecho del arte su razón de ser. Una vida dedicada a la creación, a la búsqueda de sentido y a la afirmación de que, para algunos, el arte no es un destino: es la manera de existir.El episodio completo puede verse en el canal de Jalisco TV: