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La comparecencia de Omar García Harfuch ante el Senado de la República no fue una jornada de tensión ni de rendición de cuentas en el sentido más estricto. Fue, más bien, una ceremonia de consolidación política. Entre aplausos, selfies y un ambiente de reconocimiento transversal, el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana se confirmó como una de las figuras más carismáticas, y mediáticamente rentables, del gabinete de Claudia Sheinbaum.
El tono amable del encuentro en el Senado no fue casual. A un año del inicio del gobierno de Sheinbaum, el llamado “súper secretario” llegó con cifras que, a primera vista, parecen alentadoras: reducción de homicidios, combate al huachicol y decomisos millonarios de combustible. Sin embargo, como apuntaron los analistas del programa político de Todxs Tenemos Una Opinión transmitido por Jalisco TV y conducido por la periodista Mafalda Wario, lo que dominó la escena fue la narrativa del orden y la eficiencia, más que la rendición de cuentas sobre los problemas estructurales que siguen sin resolverse.

Yolanda Barroso, periodista y analista política, subrayó el tono casi idílico de la comparecencia: “No hubo pancartas, ni protestas, ni reclamos visibles. Incluso la oposición se acercó para abrazarlo”. En un país donde las audiencias legislativas suelen ser escenario de confrontación, el clima de cortesía hacia García Harfuch resulta significativo. La oposición más dura, dijo, se limitó a cuestionar las cifras de desapariciones y la persistencia de delitos como la extorsión, que el propio secretario reconoció han aumentado 85% en las denuncias.
Manuel Baeza, también analista político, identificó un cambio discursivo que marca distancia del sexenio anterior. “Está rompiendo con el esquema de ‘abrazos, no balazos’”, dijo. Esa ruptura simbólica, agregó, celebrada incluso por un senador del Partido Verde, sugiere una transición silenciosa hacia una política de seguridad más pragmática, menos moralizante. No se habla ya de “causas” ni de “pacificación”, sino de decomisos, detenciones y cifras de eficiencia operativa.
Sin embargo, como advirtió Roberto Medina, analista y consultor político, la eficacia mostrada en números contrasta con la persistencia de la violencia estructural: “Da la impresión de que el crimen organizado sigue haciendo lo que quiere, cuando quiere”. La “autocrítica de Harfuch, al admitir que “esto apenas empieza” y que los retos son mayores fue recibida como un gesto inusual”, pero insuficiente frente a la magnitud del problema, destacó el consultor.

Más allá de la seguridad, la comparecencia dejó entrever el peso político que García Harfuch está adquiriendo dentro del nuevo régimen. Su cercanía con la presidenta Sheinbaum, su capacidad de comunicación y su imagen pública lo colocan como uno de los funcionarios más populares del sexenio, coincidieron los analistas políticos de la mesa, quienes incluso resaltaron el saludo diplomático a Adán Augusto López, leído en clave política, encendió las especulaciones sobre futuras alianzas y tensiones internas dentro del propio obradorismo.
Mientras tanto, el “Batman del gobierno”, como lo llamó la conductora Mafalda Wario en referencia a como se le conoce ya al secretario, sigue construyendo una figura que trasciende la Secretaría de Seguridad.
